En la mente del vicepresidente Santander, quien se ha quedado a cargo de la antigua Quinta Portocarrero, que pasó a ser propiedad del Libertador luego de su triunfo en Boyacá, resuena la carta que Bolívar le envía desde Cali el 7 de Enero y en la que le escribe con cierta urgencia: “Haga usted cuanto pueda para que me vengan de todas partes hombres y dinero…”
Mientras el vicepresidente se pasea por el jardín y mira hacia el Cerro de Monserrate, luego de la inspección de las obras para añadir a la casa el gran comedor, las palabras de Bolívar lo atormentan, pues ya las arcas están casi vacías y la Campaña del Sur presenta exigencias casi a diario debido a las bajas de efectivos por las fiebres palúdicas, la escasez de provisiones, la falta de caballos…
Una vez más será necesario recurrir a la generosidad de los amigos patriotas de Santa Fe que se reúnen en la Quinta para dar su apoyo a ésta, la campaña que muy seguramente sellará la victoria definitiva de los ejércitos patriotas frente a la presencia española en América. Una cena de gala puede ser la oportunidad para recaudar algo del dinero que Bolívar espera para continuar con su tarea. La esquela tendría que decir algo así como: “Está usted cordialmente invitado a participar de ésta cena de amigos nacionales y extranjeros para que apoyen con sus recursos la causa de la libertad en la Quinta del Libertador”.
Pero también pensaba Santander que la misma debía tener el mensaje que él había recibido en otras oportunidades, cuando de invitaciones a fiestas se trataba, y era que además del apoyo patriótico, a cada persona o familia se le pedía lo que hacía falta, pues, por lo regular, nadie tenía más de lo estrictamente necesario, aun tratándose de la casa
del Presidente Libertador. El recordaba una de esas esquelas que decía: “Recado manda a Vuecencia que lo esperan por la noche sin falta. Que les mande sumercé los canapés, las sillas, los candeleros, los floreros de la sala. (…) y que mande también las niñas para que ayuden.”
Unas presencias que evocan una circunstancia, una fecha, una situación donde el tiempo se detiene; una intervención a la historia donde los espectadores se convierten en invitados y testigos de un acontecimiento del pasado traído al momento presente.